viernes, 10 de mayo de 2013

¿Qué pasa cuando soñamos?


No existe hoy en día una opinión uniforme sobre la significación de los sueños. Ya en la antigüedad se creía que los sueños se hallaban en relación con el mundo de lo sobrehumano, y que traían consigo revelaciones divinas, en especial sobre el porvenir del individuo. Incluso Aristóteles creía en la posibilidad de hallar en los sueños la indicación del comienzo de alguna enfermedad de la que todavía no podemos ser conscientes durante la vigilia por falta de síntomas.
   Sigmund Freud, en su famosa obre La interpretación de los sueños escribió que los sueños eran la realización de nuestros deseos más profundos, que no podíamos llevar a cabo mientras estábamos despiertos. Según él los sueños serían la expresión de un deseo insatisfecho. Les atribuía fundamentalmente un carácter de tipo sexual. Posteriormente el mismo Freud reconoció que no siempre era así, y que también podían ser la manifestación de un problema o una preocupación, incluso la expresión de temores del inconsciente, tal como ocurre con las pesadillas o sueños angustiosos.
  Se puede decir que en mayor o menor grado el contenido de los sueños está determinado por la personalidad del individuo, su vida y sus experiencias pasadas. Así, el contenido más frecuente de los sueños está constituido por los acontecimientos cotidianos vividos por la persona, pero distorsionados por el subconsciente. De hecho se ha podido comprobar que el contenido de los sueños está relacionado muchas veces con la actividad llevada a cabo durante el mismo día y, muy especialmente, con las imágenes percibidas durante los momentos inmediatamente anteriores a haberse quedado dormido.
  También se puede observar que muchos sueños acogen recuerdos de la infancia y la juventud, trayéndonos a veces antiguos recuerdos que creíamos perdidos. Este es un fenómeno relativamente normal, quizás sea debido a la gran importancia que suelen tener estos recuerdos para la vida de la persona, aunque no se ha podido demostrar.
  Algunos sueños se ha observado que los tienen muchas personas, como por ejemplo creer que caemos desde una altura, soñar que volamos, que perdemos algún diente o sentirnos avergonzados porque pensamos que vamos desnudos o mal vestidos. El sueño de caer desde una altura está casi siempre ocasionado por el hecho de que, estando ya inconscientes incluso de la sensación de contacto y presión sobre la cama, movemos un brazo o una pierna de tal forma que este movimiento se vuelve en parte consciente pero de forma distorsionada y creemos que nos estamos cayendo. El sueño de perder los dientes también se atribuye a una sensación bucal momentánea y el de sentirnos desnudos se relaciona con el hecho de haber salido de las sábanas que nos cubrían.
  En algunas personas hay determinados sueños que se repiten y que generalmente están cargados de angustia. En ocasiones pueden ser la expresión de traumas psicológicos que todavía no han sido asumidos por la persona.
  Algo curioso en los sueños es que generalmente no nos acordamos de ellos, o sólo de los que hemos tenido en el último momento antes de despertarnos, e incluso se van olvidando éstos con una rapidez extraordinaria, excepto quizás aquellos que nos han producido gran impacto. Esto es debido a que de esta manera no acabamos guardando en nuestro cerebro recuerdos sin sentido que nos podrían confundir, pues al despertar hemos de saber distinguir la realidad de la ensoñación, así que esta última se acaba borrando de nuestra memoria como medida de seguridad. 
  El sueño en definitiva consigue apartar al individuo de su vida despierta, así como de las presiones diurnas. Pero todavía no se ha podido establecer exactamente cuáles son sus orígenes y funciones definitivas, tampoco se ha podido demostrar científicamente que existan sueños premonitorios, hasta ahora todo son hipótesis más o menos certeras de nuestra vida onírica.




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